¿En dónde pasarla bien el fin de semana?
¡Coyoacán en la mira!
Tres coyotes en el barrio cultural y histórico de Coyoacán
Por Augustin Aguilar, Sebastien Ávila y Sebastián Touzet
Al lado de los tres coyotes ustedes harán un largo viaje por Coyoacán, barrio de la Ciudad de México que es muy lindo, vivo, animado y colorido. Los tres coyotes les contarán los misterios que se encuentran en esta delegación de una manera muy divertida y animada
El Zócalo o Centro histórico de Coyoacán
El Centro Histórico de Coyoacán es un lugar donde mucha gente se reúne para platicar, jugar, descansar, pasear, etc… Hay en este sitio de México algunos monumentos que valen la pena ser visitados, como la Iglesia de San Juan Bautista. Poca gente sabe que los frailes dominicos (de las primeras órdenes religiosas en llegar a la Nueva España) la construyeron como edificio provisional en 1528 sobre las ruinas de lo que fuera un Calmecac (escuela para los hijos de los nobles aztecas), las cuales se conservan bajo uno de los claustros del Convento. A un costado del Templo de San Juan Bautista se conserva un arco de la entrada atrial norte de San Juan Bautista que fue movido y reubicado alrededor de 1880. Ahora sirve de entrada a un pequeño cementerio.
Saliendo de la iglesia, fuimos a la panadería “El Carroz” a comprar pan de dulce. En la vitrina exponen pasteles gigantes para eventos ¡con un montón de crema y colores alucinantes! ¡Francamente, a mí no se me antojaron para nada!
“¿Saben ustedes lo que era este lugar antes?”, preguntamos a algunos paseantes del Zócalo. La gran mayoría no supo responder... Las respuestas nos las dio un señor que vive en la Calle Francisco Sosa y que heredó unas placas fotográficas de su abuelo. Ahora se dedica a vender las reproducciones. Él nos cuenta: «En la época de la colonización, la mayoría de las iglesias tenían un panteón, al cual se le nombraba "Campo Santo". El panteón original de esta parroquia ocupaba los sitios actuales del Jardín Hidalgo y del Jardín Centenario juntos. Se puede ver todavía en la zona poniente de lo que originalmente fue el atrio de la Parroquia de San Juan Bautista, la vieja puerta de entrada al Campo Santo conocida como los "Arcos de Coyoacán” o “Arcos del Jardín Centenario". Este arco doble de piedra labrada en el siglo XVI da a la Calle Francisco Sosa. En las columnas se pueden apreciar ángeles atlantes esculpidos por indígenas y escudos de órdenes religiosas. Anteriormente, la puerta tenía una barda que seguía el contorno de los jardines”.
Pasamos al lado de la heladería “Tepoznieves” que se instaló hace poco frente a los Arcos de Coyoacán. Se me antojaba un helado de mango con chile o un “beso de ángel” ¡pero ya no me cabía después de los panes!
En la esquina de la Calle Francisco Sosa con la Calle Tres Cruces, hay una casa famosa: la Casa de Diego de Ordaz. Es un ejemplo de la arquitectura mudéjar. Sus tubos de desagüe tienen forma de cañón, y bajo ellos se encuentran signos que imitan glifos indígenas. En su esquina se puede observar una estatua en un nicho barroco pintado de amarillo. El señor que vende periódicos justo en frente conoce bien la historia de esta casa ya que trabaja ahí desde mucho tiempo, y que el dueño de esta casa le platica cuando viene a comprarle su periódico todos los días. Él nos cuenta: “Durante muchos años se creyó que en esta casa había vivido el conquistador Diego de Ordaz. En realidad, el edificio fue construido mucho después. En su interior se encuentra un patio sevillano adornado con azulejos de mayólica. Los antiguos dueños, al momento de cambiar el piso de la casa, encontraron dos salidas subterráneas. Una de ellas conducía a la Iglesia de San Juan Bautista, y la otra a la llamada Casa de Cortés. Por supuesto, ahora están clausuradas”. El historiador Salvador Novo en su libro Historia y leyenda de Coyoacán narra que esta casa fue construida en el siglo XVII por orden de Juan Guzmán Iztolinque, cacique de Coyoacán. Supuestamente en esta casa tuvo lugar la conspiración de Martín Cortés, hijo del conquistador Hernán Cortés, para adueñarse del marquesado del Valle de Oaxaca.
Siempre hay mucha gente alrededor de las dos fuentes que se encuentran en el Jardín Centenario. La más chica de ellas está detrás de los arcos del Jardín Centenario, y la otra justo antes de cruzar la Calle de Carillo Puerto. La más grande es la más conocida y se llama “la Fuente de los Coyotes”. Había niños jugando cerca de las fuentes, mientras sus papás estaban comiendo en el restaurante El corazón de maguey unas botanas de guacamole con chapulines y tomando un mezcalito. Aprovechamos para hacer una encuesta: “¿Porque creen que las fuentes del Zócalo de Coyoacán están adornadas con coyotes?” Un señor ya de edad avanzada que parecía conocer la historia de Coyoacán nos contó que antes, en los alrededores, había muchos coyotes, por eso los coyotes se volvieron el símbolo de Coyoacán: “El nombre de Coyoacán anteriormente era Coyohuacán en náhuatl, lo que significa “lugar de los coyotes”: de coyotl, coyote; hua, posesión; y can, lugar. Pero como los españoles no podían pronunciar bien el “hu”, el nombre se cambió a Coyoacán”.
Hernán Cortés vivió en Coyoacán. En la fachada de la Delegación de Coyoacán situada enfrente del kiosco, se encuentra una placa en la que se puede leer “Casa de Hernán Cortés, el Ayuntamiento 1892”. Lupita, la responsable de la Oficina de Turismo nos relata que en realidad este lugar llamado comúnmente “Casa de Cortés” fue construido en 1755, un poco más de 210 años después de la muerte del conquistador, utilizando los restos de edificios más antiguos, pues su casa no resistió al paso del tiempo: “En 1521, Hernán Cortés decidió fundar el primer ayuntamiento del Valle de México en Coyoacán. Ahí viviría hasta 1523, cuando el gobierno se trasladó definitivamente a la Ciudad de México, mientras el conquistador residía en Cuernavaca. La Capilla del Registro Civil está decorada con frescos que narran la historia local, y en la Sala de Cabildos se puede ver el mural “El Primer Encuentro”.
También Lupita nos cuenta que el kiosco ubicado frente al Ayuntamiento se remonta al siglo XIX y es de estilo francés. Fue donado por el General Porfirio Díaz en conmemoración del Centenario de la Independencia. Su cúpula está formada por un vitral rematado por un águila de bronce, significado de la Restauración de la República después de la Intervención Francesa. Con la apertura de este parque, se celebró a nivel local el primer Centenario de la Independencia de México durante el gobierno de Porfirio Díaz, de ahí su nombre. Lupita nos explica también que el Jardín Hidalgo se llama así en honor a Don Miguel Hidalgo y Costilla, iniciador del movimiento insurgente, cuya estatua se puede apreciar en este jardín. Nos sentamos un rato para descansar en las bancas y escuchar el organillero que toca ahí. Le dimos una moneda y continuamos nuestro paseo.
Otro lugar famoso de Coyoacán es la Plaza de la Conchita. Es parte del Centro Histórico pero no se encuentra en el zócalo de Coyoacán. La Plaza de la Conchita era anteriormente conocida como la Plaza de la Concepción. En el lado este de la plaza está la Capilla de la Conchita, una pequeña iglesia que data del siglo XVIII. Una señora del barrio a quien le preguntamos cuando abría la iglesia nos contestó que “sólo abre sus puertas un par de veces al año, para ocasiones muy especiales, como por ejemplo para el Día de la Concepción”. Aunque se desconozca la ubicación precisa de las primeras edificaciones europeas, se puede suponer que fue en los alrededores de la Plaza de la Conchita donde se levantó el cuartel de los primeros conquistadores, y en donde ellos se instalaron provisionalmente. En una esquina se puede ver la Casa de la Malinche o Casa Colorada, que supuestamente fue construida por Hernán Cortes para su amante indígena. Desgraciadamente tampoco se puede visitar.
EL MUSEO DE LAS CULTURAS POPULARES
Nuestro viaje inició en mi cuarto. Necesitaba hacer un trabajo de español, empecé a investigar mi tema y luego de eso le dije a mi mama que me llevara el día siguiente a un museo pero no había anotado la dirección. Al día siguiente nos alistamos y nos fuimos todos contentos. Mis papás me llevaron al centro pensando que ese era el museo que debía visitar, entramos y vimos varias obras como algunos alebrijes, vasos para el pulque y maquetas de escenas históricas en donde los personajes eran caladas. De repente me acordé que ese no era el museo correcto pero otro que estaba en Coyoacán, al enterarse mis papás se pusieron rojos y furiosos por mi error. Ya no querían llevarme a ningún lugar pero después de un buen esfuerzo logré convencerlos y decidieron llevarme. Al llegar no sabíamos bien en donde estaba este museo así que le preguntamos a unos policías que nos respondieron rápidamente. Les recomiendo que vayan con alguien que sepa en donde está a menos que quieran perderse en Coyoacán. El Museo de las Culturas Populares explica de una manera muy original y clara todas las culturas indígenas con un mapa muy entretenido y juegos con palabras en diferentes lenguas indígenas con la traducción al español. ¿Sabían que este museo fue fundado en 1983 por Guillermo Bonfil ? En este museo, que es bastante pequeño, se puede estudiar y documentarse sobre las diversas culturas populares indígenas.
Llegando al museo nos informaron que la entrada general tiene un costo de 10 pesos, lo que es muy barato, y que los menores de trece años y los mayores de sesenta años entran sin pagar. Como casi todos los museos el domingo todos los visitantes entran gratuitamente y aquel día, por suerte, entramos gratuitamente y eso que a mi mamá se le había olvidado su cartera. El museo es accesible todos los días, tiene diferentes horarios, todo depende del día, por ejemplo, el domingo que fuimos cerraban a las ocho, pero y si no tienen mucho tiempo les recomiendo que vayan el fin de semana porque tienen más tiempo y cierra más tarde.
Hay varios recorridos por las exposiciones, talleres para los estudiantes pero también hay visitas guiadas para todo tipo de público. Las exposiciones son temporales así que si no tienen nada que hacer vayan ahí. Se organizan eventos como conciertos de música indígena de acuerdo un calendario festivo tradicional, estos conciertos se hacen al aire libre y tuvimos suerte de participar a un pequeña parte pero nos tuvimos que ir por problemas de tiempo.
En este momento se encuentra una exposición llamada Metáforas de Luna que visitamos luego de ver todas las salas de las que dispone le museo. Esta expone las tradiciones y modernidad en el arte indígena. En esta exposición están exhibidas obras como zapatos muy detallados con colores vivos que a mi gusto se me hicieron muy bonitos, pinturas sobre la agricultura hechas con diferentes materiales y algunos libros en diferentes lenguas que no se les entendía nada ¡qué bueno que estaban las traducciones al lado! Las obras están hechas de diversas creadoras y creadores originarios de pueblos de Sonora, Chiapas, Yucatán, Oaxaca etc. Pero también hay otras exposiciones como la exposición sobre los mercados y tianguis para el día de muertos que exhibe las imágenes ganadoras de un concurso Nacional de fotografía pero que tampoco pudimos visitar porque no la encontramos, tal vez y ya la habían quitado.
Estando ahí entrevistamos a algunas personas presentes en la exposición. La mayoría respondió que estaba muy interesante y que las pinturas, los zapatos y las estatuas estaban preciosas, pero algunas personas se quejaron que las guías podían mejorarse si explicaran de una manera más detallada las obras; otras se quejaron que debían poner más muestras de obras indígenas; un niño dijo que era el peor museo que había visitado, pero se me hace que no le gustó porque no había entendido nada de las obras. Bueno, mi opinión es que este museo es muy interesante si les gustan las culturas que desconocen y es un buen modo para informarse sobre los indígenas sus obras, su vida.